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miércoles, 18 de mayo de 2016

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Etiquetas: Paisaje urbano, Retrato

martes, 3 de mayo de 2016

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Mi cámara es un batiscafo

Mi cámara es un batiscafo
(mi corazón es ácido y tiene forma de batiscafo)

Las miradas vienen de las escafandras
(mis ojos las sondean profundamente)

Mi cámara deja un rastro de burbujas
(la burbuja es un grito redondo y silencioso)

Mi cámara es un pulmón
(el otro colapsó bajo presión y yace incrustado en Las Marianas)

Mi cámara es un batiscafo
(y colecciona
disecciona buzos y les saca su perla)

Mi cámara se hunde
(y blanco pálpito de anémona
envenena)

F.E.

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Contraportada de uno de mis poemarios

Contraportada de uno de mis poemarios
Serie: Ofrezco (2008)

Sueño de una foto de verano

Y yo lo que veo es el alzhéimer con sus retículas bien formadas, dándole espacio al gesto obsceno de olvidarlo todo con una seña y un dedo particular bien dispuesto y elevado.

Yo lo que veo es la medrosa huella de las neuronas que, fosilizadas, surgen impúdicas en las palabras entrecortadas de los buseros y guashimanes, aves de presa que alguien pone en reversa con sus alas trabadas, junto al cableado del viento, arrimadas a los muros, las aves en picada dentro de mi ojo.

Pues yo lo que veo –y ver es un decir- es el pestañeo que borra los cimientos y arremete lúbrico sobre los dedos en busca del bocado, que escarban los dedos, que hurgan los dedos y enhebran y le buscan camino a la sinapsis que no llega pero que a veces llega como un delfín acosado o un medio orgasmo a los voraces ovarios.

Y yo, y quién más, pues, sigo viendo mi mano poseída saliendo como una colt 45 antes que la magia se raje y se vaya a posar junto a los santos, carcoma sublime, termita en andamios, corpóreo simulacro que no se presta al flash ni a la lisonja del blanco y negro que, como una escoba, esconde bajo la cama la sucia alegría del estanco en sombras discretas y en los malabares de unas siluetas que se riegan como tinta sin saber, sin pensar, sin sospechar a verse en portadas, todo glamur, todo nada, pero ahí, en el descaro de varias bofetadas que despiertan o hunden el puño más cerrado, el más labriego, la maza de luces que revela de un golpe al estrépito y al otoño minúsculo de la piel que se cae, al paisaje que se dobla como un tapiz y a las burbujas que se levantan tras la quemadura.

Yo veo entonces y empalmo un camuflaje que no podrá burlar la muerte, porque tras el gran simulacro de la pose y el destello ya se está muerto una vez dentro de los ojos.

El ojo de mármol. F.E.



La mirada se puede posar donde quiera
pero no pesar
la mirada es el hueco
de un cielo falso
la cóncava almendra
el centro
el capullo abierto de un tulipán.
La mirada puede
-si acaso debe-
corregir la sombra
destruir el montaje
pero no pesar.
La mirada cruza y no deja huellas
se salta el minado
la pose del muerto
la mirada puede
extenderse al azar
multiplicar
condicionar
hacer explotar lo correcto

la mirada
es un delicado plumón de mármol
que oscila
sobre el precario cristal del tiempo.





Tema Viajes. Imágenes del tema: fpm. Con la tecnología de Blogger.